Editorial

La docencia durante la pandemia

TEACHING DURING THE PANDEMIC

Juan Carlos Vielma Pérez
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile

La docencia durante la pandemia

Gaceta Técnica, vol. 21, núm. 2, pp. 1-3, 2020

Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado

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Es motivo de reflexión el impacto que ha tenido la pandemia por COVID-19 en nuestras actividades habituales. Quienes laboramos en ambientes educativos y de investigación nos hemos visto directamente afectados por una situación nunca antes prevista, poniendo a prueba las capacidades de adaptación para seguir participando del proceso formativo de los alumnos bajo criterios de calidad esperados en la educación universitaria. Indudablemente, un análisis exhaustivo de la situación pasaría por conocer las vivencias de parte del sector estudiantil y demás sectores que hacen vida dentro de la universidad, no se pretende en estas líneas hacer dicho análisis, sino más bien exponer algunas ideas de cómo ha sido la vivencia práctica desde la perspectiva de un profesor.

Primero que nada, debo reseñar la manera progresiva como las actividades se fueron acomodando con el avance de la pandemia. Sorprendidos por las noticias que hicieron pensar inicialmente, en una amenaza que se desarrollaba en un sitio remoto y que tardaría en alcanzar nuestras fronteras, planificamos el desarrollo de las actividades docentes y de investigación como rutinariamente se venía haciendo, contando con un normal funcionamiento no sólo de la universidad, sino también del entorno asociado a las prácticas profesionales e intercambio científico. A medida que fueron avanzando los días y aparecieron los primeros casos de contagiados en el territorio nacional, se comenzaron a tomar las primeras medidas de distanciamiento social, percibido con cierto escepticismo, lo que se tradujo en una suspensión temporal de las actividades presenciales, que quizá duraría en principio, una o quizá dos semanas.

El incremento descontrolado del contagio y lamentables fallecimientos se tradujo en la aplicación de medidas más rigurosas de restricción a la movilidad de las personas, por lo que la idea de retomar las clases presenciales y las de investigación en los laboratorios, prácticamente se esfumó. Paralelamente, surgió la necesidad de encauzar las actividades empleando las herramientas informáticas diseñadas para la educación a distancia. Comenzó así, a hacerse más frecuente en nuestro diario acontecer el aula virtual, Google-Meet, Zoom y el canal de YouTube. Hay que tener en cuenta que gran parte del profesorado no estaba preparado para lidiar con estas herramientas, integrándolas exitosamente a los contenidos de docencia, así como las evaluaciones, sin dejar de mencionar los problemas asociados a éstas últimas y la confianza que podía generar aplicarlas desde la visión honesta de los participantes.

Si bien, puedo reflexivamente señalar que logramos salir airosos en medio de las dificultades descritas, deberíamos ser capaces de repensar sobre todo el hecho educativo que llevamos a cabo y como este ha impactado en el aprendizaje de los estudiantes que ahora se forman virtualmente. Todo esto visto a la luz del cambio de paradigmas, ya que la educación se transformó en asíncrona, con participantes que de manera aislada acceden a contenidos académicos, desarrollando actividades y evaluaciones con capacidades materiales no uniformes y en algunos casos, hay que mencionarlo, precarios.

En cuanto a la investigación, la situación no ha sido menos desafiante. Por un lado, se tienen las restricciones presenciales dentro de los laboratorios que determina una paralización de muchos ensayos programados de proyectos en ejecución, como la planificación de actividades complementarias como la postulación a nuevos proyectos, la preparación de artículos científicos, la presentación de comunicaciones en congresos, y pare de contar. Como medida algo tibia de mitigación, comenzaron a aparecer algunos congresos que se desarrollarán on-line. Pero el resto de las actividades no cuentan de momento con alternativas que permitan su realización, salvo para aquellas investigaciones que se encontraban en etapas iniciales o para aquellas que se llevan a cabo mediante simulaciones computacionales.

Ni hablar de la movilidad por estudios o estancias en otras universidades, que se vieron prácticamente paralizadas hasta que se retome la normalidad, llegando a mencionarse durante los últimos días que los estudiantes extranjeros pueden llegar a perder la residencia en países en los que los estudios se lleven a cabo de manera virtual. Otro aspecto que deberá tenerse en cuenta de cara a medir el desempeño de profesores y estudiantes durante la pandemia, tiene que ver con el impacto psicológico causado en unos y otros por el hecho de tener que estar confinados, llevando a cabo actividades laborales en espacios, con recursos no aptos en muchos casos para el desarrollo adecuado de la docencia, sin acceso efectivo a bases de datos ni a los libros físicos de las bibliotecas ni a otros recursos académicos complementarios.

La otra pregunta a plantearse gira en torno a, si una vez superada la pandemia y retomada la normalidad, la forma de llevar adelante la docencia y la investigación seguirá siendo la misma o si la virtualidad al fin llegó para quedarse entre nosotros. El tiempo dará respuesta a ésta y otras interrogantes que seguramente surgirán cuando podamos contemplar en perspectiva lo sucedido durante el año 2020, permitiendo valorar si los cambios afrontados de manera obligatoria han valido la pena y pueden conducirnos a realizar de manera más eficiente nuestro trabajo, que no es otro que ayudar a otros a aprender.

Dr. Juan Carlos Vielma Pérez

Sub-Director

Revista Gaceta Técnica

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile

juan.vielma@pucv.cl

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